¡Profetas!

¡Profetas!

Proper 21B

“Would that all the Lord’s people were prophets, and that the Lord would put his spirit on them,” lamented Moses, some 15 centuries before the birth of Jesus Christ.

“¡Ojalá el Señor le diera su espíritu a todo su pueblo, y todos fueran profetas!” se lamentó Moisés, unos 15 siglos antes del nacimiento de Jesucristo.

Today, I am surrounded by prophets. And so are you. Look around you, and maybe take a moment to say a prayer for all of the prophets in this sanctuary. We are priests and queens and kings, too, in all of the realms and communities and families we influence. You may disbelieve it at times: I certainly do. It’s human to doubt ourselves and our calling sometimes. We get depressed, we get sad, we suffer actual loss and get sick and have to take time to heal. We may just not be in the mood to prophesy today. But here’s the deal for we Christians: the Spirit IS on us. God has given us—all of us—the Holy Spirit in Baptism. Our calling as prophets is actually not up for debate.

Hoy estoy rodeado de profetas. Y Uds. también. Mira a tu alrededor y quizás aproveche un momento para decir una oración por todos los profetas en este santuario. Somos sacerdotes, reinas y reyes también, en las comunidades y familias que influimos. Puede que a veces no lo creas. Es humano dudar de nosotros mismos. Nos deprimimos, nos ponemos tristes, sufrimos pérdidas reales y nos enfermamos y tenemos que tomarnos un tiempo para sanar. Puede que hoy no estemos de humor para profetizar. Pero esto es la verdad dolos cristianos: el Espíritu ESTÁ sobre nosotros. Dios nos ha dado—a todos nosotros—el Espíritu Santo en el Bautismo. Nuestra llamada de ser profetas no está en discusión.

So as I prepare to bid farewell to Trinity, I want to remind you that you have vowed to continue in the apostles’ teaching and fellowship, in the breaking of bread, and in the prayers. You have vowed to persevere in resisting evil, and, repent whenever you fall into sin; to proclaim by word and example the Good News of God in Christ, to seek and serve Christ in all persons, and to strive for justice and peace among all people, and respect the dignity of every human being. This is our prophecy. God has given us everything we need to do it, and I see you doing it every day.

Así que, mientras me preparo para despedirme de Trinity, quiero recordarles que ustedes se han comprometido a continuar en la enseñanza y la comunión de los apóstoles, en la fracción del pan y en las oraciones.

Se han comprometido a perseverar en la resistencia al mal y a arrepentirse cuando caigan en pecado; a proclamar con la palabra y el ejemplo la Buenas Nuevas de Dios en Cristo, a buscar y servir a Cristo en todas las personas, y a luchar por la justicia y la paz entre todas las personas, y a respetar la dignidad de cada ser humano. Así es como profetizamos. Dios nos ha dado todo lo que necesitamos para hacerlo, y los veo hacerlo todos los días.

But let me offer you another model of prophecy, after the example of Moses himself. Here’s what I noticed in our first lesson from Numbers. Moses got tired of his impossible job! And really, who among us has not been there? But Moses prayed about it, which we don’t always do. Sometimes people in this oh-so-common human situation just get mad or blame the people closest to us, or go online and express hatred toward an imagined enemy. You know this happens, even if you don’t do it. But Moses had the humility to tell God the truth about how he was feeling. He asked for help… and he got it. Moses invited seventy others to share his burden, and—even after he had all these new partners in ministry—he still paid attention to what God was doing outside of the tent of meeting.

Pero permítanme ofrecerles otro modelo de profecía, siguiendo el ejemplo del propio Moisés. Esto es lo que noté en nuestra primera lectura del Libro de Números. ¡Moisés se cansó de su trabajo imposible! Y, en verdad, ¿quién de nosotros no ha estado en esa situación? Pero Moisés oró al respecto, algo que no siempre hacemos. A veces, las personas en esta situación simplemente se enojan o culpan a las personas más cercanas a nosotros, o se conectan a Internet y expresan odio hacia un enemigo imaginario. Sabemos que esto sucede, aun si no lo hacemos. Pero Moisés tuvo la humildad de decirle a Dios la verdad sobre cómo se sentía. Pidió ayuda… y la recibió. Moisés invitó a otras setenta personas a compartir su carga, e—incluso después de tener todos estos socios en el ministerio—todavía prestó atención a lo que Dios estaba haciendo fuera de la tienda del encuentro.

Eldad and Medad, as you may recall from the end of our first lesson, were not among the seventy chosen by Moses and commissioned by God. And no less a Biblical luminary than Joshua—Moses’ eventual successor—objected to their unofficial prophecy. I get that. We in the Episcopal Church certainly get that. Over the years, we’ve officially objected to the ministry of women, LGBTQ people, young people and people who don’t look and sound like us. In this, we’re not that different from other faith traditions who have tendency to replicate leaders who resemble ourselves. But we took vows to respect the dignity of every human being, and to repent when we do anything less. And because of that, we’ve changed. At its best, our Episcopal church is blessed with the humility of Moses.

Eldad y Medad, como recordarán del final de nuestra primera lección, no estaban entre los setenta elegidos por Moisés y comisionados por Dios. Y nada menos que un heroe bíblico como Josué, el sucesor de Moisés, se opuso a su profecía no oficial. Lo entiendo. Nosotros en la Iglesia Episcopal ciertamente lo entendemos. A lo largo de los años, nos hemos opuesto oficialmente al ministerio de mujeres, personas LGBTQ, jóvenes y personas que no se parecen ni suenan como nosotros. En esto, no somos tan diferentes de otras tradiciones religiosas que tienden a replicar líderes que se parecen a nosotros. Pero hicimos votos de respetar la dignidad de cada ser humano y de arrepentirnos cuando hacemos algo menos. Y debido a eso, hemos cambiado. En el mejor de los casos, nuestra iglesia episcopal está bendecida con la humildad de Moisés.

What is our tent of meeting at Trinity Cathedral today, and who are the prophets God has empowered to do his work outside of it? I can’t really tell you who are the outsider leaders whom God has called to prophesy together with Trinity. I’d love to, but that’s not my job anymore. That privilege belongs to you and to your next dean. But I can invite you into the time-honored spiritual practice of paying attention. So I leave you with this charge. Pay attention. Notice what God is doing, inside and outside of our historic tent of meeting.

¿Cuál es nuestra tienda de encuentro en la Catedral de la Trinidad hoy, y quiénes son los profetas a los que Dios ha capacitado para profetizar fuera de ella? Yo no puedo decirles quiénes son los líderes externos a quienes Dios ha llamado para profetizar junto con la Trinidad. Me encantaría, pero ese ya no es mi trabajo. Ese privilegio les pertenece a ustedes y a su próximo decano. Pero puedo invitarlos a la práctica spiritual de prestar atención. Así que los dejo con este encargo: presten atención. Observen lo que Dios está haciendo, dentro y fuera de nuestra histórica carpa de reunión.

Notice the seventy and more who are called to minister inside this beautiful sanctuary every week. Learn their languages and their names, even if they go to a different service than you do. And notice too the ones on and near our campus, who prophecy by their compassionate service among our most vulnerable neighbors: Front Door Communities, Octavia’s Kitchen, and Santa Maria Urban Ministry. Notice the artists and the musicians and the hungry and the lonely and those longing for God’s promised and preferred future, as our Vital + Thriving congregational development initiative calls it. Jesus is bread for the world—this we know—and we at Trinity will continue in the breaking of it. But those yet outside our doors may just may be the salt we need. Taste, my dear friends, and see that the Lord is good.

Fíjense en los setenta y más que están llamados a estar dentro de este hermoso santuario cada semana. Aprende sus idiomas y sus nombres, incluso si asisten a una misa diferente a la tuya. Y fíjense también en los que están en nuestro campus y cerca de él, que profetizan con su servicio compasivo entre nuestros vecinos más vulnerables: Front Door Communities, Octavia’s Kitchen y Santa Maria Urban Ministry. Fíjense en los artistas y los músicos y en los hambrientos y los solitarios y en aquellos que anhelan el futuro prometido y preferido de Dios, como lo llama nuestra iniciativa de desarrollo congregacional Vital + Thriving. Jesús es pan para el mundo—esto lo sabemos—y en Trinity continuaremos partiéndolo. Pero aquellos que todavía están fuera de nuestras puertas pueden ser la sal que necesitamos. Preuben, mis queridos amigos, y vean que el Señor es bueno.

Pay attention, continue your baptismal calling, and I assure you: you will see that the Lord is good.

Author: Julia McCray-Goldsmith

Julia McCray-Goldsmith
Julia McCray–Goldsmith is the Episcopal Priest-in-Charge serving Trinity Episcopal Cathedral in San Jose California

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